Los Siete Pecados Capitales: La Gula.
Fuiste quien, poco a poco,
me absorbias por dentro.
Devoraste todo lo que era
sin ningún tipo de recelo.
Tan grande era tu apetito
que me dejaste en los huesos.
Acabé siendo una sombra
de un ligero recuerdo.
A veces me pregunto
la causa por la que deseabas
devorarme hasta el punto
de transformarme en nada.
....
Y yo no hacía nada...
veía como masticabas
mis ocultas entrañas,
y aún así te dejaba.
Tardé tiempo en comprender
que tus palabras aprendidas
y tus discursos ensayados
eran poco más que mentiras.
El tiempo y la lejanía
me mostró lo que se escondía
detrás de la máscara
de la comprensión y alegría.
Un devorador de almas errantes,
una mente enfermiza,
un gran saco sin fondo
repleto de pedazo de mi vida.
Ojalá tanto atracón
te sentara mal
y gracias a la indigestión
aprendieras a llorar de verdad.